miércoles, 5 de agosto de 2009

Reserva ecológica Costanera Sur







Retratos

Que es un retrato? Es más importante la fisonomia de la persona o lo que siente en ese momento. Si la fisonomia es lo mas importante he fallado vilmente.


Libertad
Esa tarde estabamos solos y por primera vez en nuestras vidas
podiamos nadar desnudos.

...?
...?


...?


Soledad
Una mujer en un trabajo de hombre cruza
el puente de la mujer a las 6:00hs.
En que pensara?

Reflección
Mi hermano habia vuelto de España, y fuimos a sacar fotos a la recoleta.
el estaba a punto de dejar su vida de consagrado.

domingo, 2 de agosto de 2009

Don Pascual

La historieta argentina más extraordinaria que jamás lei. La estoy escaneando y la idea es subir algunas todas las semanas.
















Fotografia nocturna

Hace un tiempo que empece a sacar fotos durante mis caminatas nocturnas y deje, como tantas cosas, la serie inconclusa. Asi que la posteo para de ese modo obligarme a terminarla.








Monumento al milenio, costanera de Vicente López

Sillones BKF, costanera de Vicente López

Muelle de la calle Pacheco, costanera de Martínez

Estación Martínez

Estación Martínez

jueves, 27 de marzo de 2008

Tarot


Nuestra amada emperatriz
ya no se empolva la nariz.
Cuando en la sima del mundo estes
ten cuidado de lo que no vez.
No tomes todo tan enserio
terminaras en el cementerio.


Aqui adjunto algunas cartas de un tarot que estoy haciendo

lunes, 21 de mayo de 2007

Por el agujero del conejo




“...ardiendo de curiosidad, se puso a correr tras el conejo por la pradera, y llegó justo a tiempo para ver cómo se precipitaba en una madriguera que se abría al pie del seto. Un momento más tarde, Alicia se metía también en la madriguera, sin pararse a considerar cómo se las arreglaría después para salir”.
Lewis Carrol, “Alicia en el pais de las maravillas ”, capitulo 1.

Alicia y yo tenemos más cosas parecidas que las que se dirían a simple vista (no, no uso un moño rosa en la cabeza). Me atrevo a decir que al igual que ella conocí la sorpresa y el terror de caer por un túnel abismal y estar en una situación absolutamente distinta a la de una tranquila pradera en verano. La sensación de que el control y la seguridad se han perdido y solo queda caminar por el túnel y ver dónde nos lleva.



Mi trabajo, al igual que el de tantos, quedo prácticamente desintegrado por la crisis que atravesaba el país en 2001. Este fue el primero de los abismos negros que se abrió bajo mis pies. La reducción de mi trabajo era una suerte de crónica de una muerte anunciada, que por ser gradual era todavía más cruel. En esa época la fotografía constituía para mí una especie de “Piedra libre”, la tocaba con la mano y aunque afuera las cosas desalentadoras, yo presionaba el disparador y el obturador cerraba por unos segundos el mundo exterior. La imagen y su propia lógica me permitían detener un mundo incontrolable y plasmarlo en un papel que se podía tocar.



La necesidad económica –que como sabrán es bastante inoportuna y poco diplomática- me obligo a vender mi preciado equipo reflex de fotografía y convertirlo en unos necesarios garbanzitos que palearan la situación. Fue un poco como esos trágicos naufragios que aparecen en las historias del nuevo mundo. Las tormentas zarandean la embarcación y los tripulantes se ven obligados a deshacerse de la carga de la nave. Empiezan por sillas, cajas y lastre inservible y terminan arrojando -entre lagrimas - lingotes de oro y hasta sus bienes y recuerdos más queridos.
A gatas, mientras recorría a desgano ese tunel terroso, apareció mi particular conejo de la suerte: llego a mis manos un folleto de la muestra “Buenos Aires Fantasma” de fotografía Estenopéica de Daniel Tubio. La muestra recorría rincones de la ciudad y los plasmaba con una óptica –nunca mejor dicho- tan propia y mágica que cargaba todo de nuevas formas y sentidos. Las fotos me recordaban a esa pasta de formas irregulares que los italianos llaman “Mal fatti”, mal hecha: deliciosamente artesanal e insinuante. Leí en el folleto que la clave estaba en el tipo de tecnología o la falta de ella de la cámara: Pin hole, o estenopeica. Me zambullí en internet buscando información al respecto y me quede con la boca abierta: la particular técnica “Pinhole” se reducía a una caja cerrada en cuyo interior (a oscuras) se deja material foto sensible. A la caja se le practica un agujero. Esta caja se apoya en el sitio a fotografiar y el fabricante / fotógrafo destapa el agujero por un tiempo x – que desde luego también queda al arbitrio del mismo - y como en el cuento de Lewis Carrol el resultado de ese mágico agujero nos comunica a un mundo absolutamente distinto. Si, damas y caballeros, la particular tecnología fantasma era una suerte de obturador de Neanderthal que nos da imágenes únicas- del mundo exterior. Tras leer más me contacté con el autor de la muestra, Daniel Tubio que generosamente me informo y enseño más sobre esta técnica.



Unos días más tarde, me lancé a la construcción de la criatura: a una vieja caja de bombones le hice un agujero sobre el que coloque una lamina de metal -recortada de una lata de gaseosa- En esta lamina de metal practiqué una perforación diminuta (de allí el nombre de estas cámaras: “Pin hole” agujero de alfiler) al salir esa tarde de la habitación tenía entre mis manos mi primer prototipo de cámara pin hole. (hoy ya llevo 15 construidas, como se darán cuenta no es ningún mérito, hasta George W. Bush debe de ser capaz de construir una)
Por aquellos tiempos todavía atravesaba una crisis y la pagada con una sonriente ulcera en el duodeno, me uní a un grupo de meditación donde conocí a mi actual esposa. Ella vivía en La Lucila y acompañándola tuve ocasión de conocer los extraños recodos y pasajes que hay junto al río. Este fue el escenario de mis primeras experiencias con la cámara Pin hole. Para quienes no hayan tenido la ocasión de ver esos lugares de la costa, déjenme decirles que tiene una energía portentosa. Buenos Aires y sus ciudades satélite, aunque rodeadas de un río, crecen a espaldas de este o sobre los sedimentos que el delta va arrojando. Es decir lo que era la costa en 1920 hoy son edificios desde los que no se ve el río y la costa está cientos de metros detrás. Esto hace que la ciudad nunca se establezca mirando al río sino que le gane espacio década a década. Los turistas que visitan Buenos Aires muchas veces se sorprenden cuando a la vuelta de una esquina ven el aspecto inverosímil de un río sin costas, enorme que está allí al lado pero que casi nunca asoma. Mis primeras fotos muestran la sorpresa y admiración que me provoco esa costa tosca, reciente y poco conocida, refugio de pescadores solitarios y parejas enamoradas –lo suficiente como para percibir belleza en un paisaje desolado.



Debo advertir a los que deseen practicar con la cámara estenopeica que tienen que ser cuidadosos y no me refiero solo a la técnica. Reconozcamos que ver a un individuo que en una calle o lugar público deposita una caja con delicadeza, acciona algo y se aleja, puede dar lugar a pánico. Desde luego desaconsejo por peligroso el hacerlo frente a embajadas de potencias en conflicto. También se puede prestar a otro tipo de confusiones. Recuerdo una vez que estaba haciendo fotos en la plaza San Martín. Una pareja que rondaría los 50 años no me sacaba los ojos de encima. El hombre en un claro arrebato de coraje y deber cívico me encaró: “¿Se puede saber que está haciendo con esa caja?”. Me quede unos segundos en silencio y con la tranquilidad de un verdulero que pesa 1 kilo de papas le respondí: “Estoy sacando fotos”. El buen hombre -visiblemente consternado- me agradeció y se volvió con su mujer. “¿Qué te dijo?” le pregunto ella entre murmullos. Y mientras la tomaba del brazo y se alejaba escuché que él le decía: “Pobrecito, dejalo, cree que saca fotos”.



Los paseos por el río fueron la ocasión de mis primeros intentos con la cámara Pin hole. Los resultados me dejaron boquiabierto. Desde luego habían salido algunas aberraciones, pero también muchas fotos muy logradas y sugerentes (como la del pescador que aparece en esta nota). Entonces me dí cuenta de lo maravilloso de este método de fotografía sin visor, ni lente, ni dispositivos electrónicos. La práctica me llevo a un “giro Copernicano” en mi concepción de la fotografía, esta realmente no depende del equipo sino del espíritu del fotógrafo, una foto no se ve por el visor de la cámara, se siente en el cuerpo y no se fotografía lo que esta frente a la cámara sino lo que esta dentro de uno. En mi experiencia muchas fotos cuidadosamente medidas me han dado resultados muy malos y otras sacadas con mis cámaras Pin hole sin fotómetro y dieron imágenes que transmiten mucho.

Hace varios años que caí por el agujero del conejo, pero ya no puedo volver atrás, solo me dedico a disfrutar de la rara y distorsionada imagen que me llega del mundo exterior mientras me pregunto a dónde me llevará este nuevo y fascinante corredor.

Juan Izquierdo Brown
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